jueves, 15 de julio de 2010

Parte de un día a día

A veces nos parece tan simple y común el andar por las calles de una ciudad quizás sin saber que hacer, o sabiendo que hacer pero sin ánimos, algo extraño sinceramente.

Día a día me pregunto como un ser humano, dotado de muchos dones, capaz de hacer cosas increíbles o quizás hasta inimaginables, no lo hace, solo pierde su tiempo en un pensamiento vago y rotundamente solo. Este ser humano, con esas pocas características, es conocido a nivel nacional como “antiparabólico”, es aquel que no sabe a veces ni quien es, o que pensar, pobre ser humano, con tanto que hay que hacer en este país y con tanto que hay que pensar.

Pero ahora bien hay que tener claro que este personaje no le hace mal a nadie, si no a el mismo, pero ¿qué pasa con los que si nos afectan?, ¿qué pasa con aquellos que andan por la vida sin saber que hacer pero afectándonos de una u otra manera? Por ellos son que tenemos que preocuparnos, esa gente ha perdido el valor de la vida, el valor del caminar, el valor de convivir, esa gente sinceramente no sabe diferenciar lo que es ser habitante de este país a lo que es ser ciudadano de Venezuela.

Hago mención a ese tipo de persona, porque en días atrás me he percatado que minuto a minuto se incrementa la falta de respeto a las normas, y todo comenzando por quien las establece, para dar una mejor explicación a ello narrare brevemente anédoctas, que todo venezolano con cuatro dedos de frente sabe que es así.
-. Me encontraba yo saliendo del metro camino a un supermercado, iba por la acera de lo más tranquilo, observando a cada transeúnte, a cada conductor, a cada fiscal…He ahí el punto que llamó mi atención, el fiscal de tránsito, que calidad de persona, se toma su trabajo como un pasa tiempo, y de verdad que pobre empleado público, quizás su sueldo no es muy bueno, como todo ser humano debe tener problemas en su familia, y el estar un día con el sol quemándote y sin contar el sonar de las cornetas de los carros, el humo…pero sin embargo no son excusas para no prestar un buen servicio, porque más que un empleo, ellos ofrecen un servicio, el velar por la seguridad vial de cada persona, ya sea que dicha persona este dentro o fuera del auto. Ahora bien al punto donde quiero llegar es, porque vi al fiscal sentado bajo un árbol, echándose aire y hablando por el celular, y los motorizados haciendo fiesta, comiéndose la luz, la flecha, entre cosas inauditas. Lo peor del caso es que en dicho momento que todo eso sucedía, no hubo ni una persona que hiciera un llamado de atención, y no tanto eso, si no una exigencia en cuanto al deber de ese trabajador…

-. En otra oportunidad estaba en el metro con mi hermana y un primo del interior del país, y nos llamo la atención que a mitad de uno de los túneles, una música proveniente de un celular comienza aturdir los oídos, de repente me percato que es un muchacho sentado en los asientos azules (destinados para el adulto mayor o tercera edad, personas con discapacidad o mujeres embarazadas). Lo curioso del caso, a parte que considero que no se debe tener música de esa manera en el transporte, es que ni el se levantaba a darle el puesto a alguna persona, ni mucho menos alguien se lo exigía, hasta que de repente en Plaza Venezuela una señora le pidió el favor y el con cara medio molesto acepto dárselo…
De estos dos breves relatos, la moraleja es evidente para cualquier ser humano pensante. Señores si nosotros mismos no buscamos realizar, fomentar, inducir, inculcar, entre otras muchas palabras, los valores como antes, o el sentido de la humanidad, la humildad, el respeto, la desidia cada día será mayor e incontrolable. Hoy tenemos muchachos de 12 años, y hasta menos, que le faltan el respeto a sus padres, hijastros que han matado a su padrastros o madrastras, una mentalidad fuera de lo normal, que solo en casa se puede dar y ahí mismo se puede frenar, aunque no parezca correcto de la casa todo depende, de ahí es la educación principal y primordial, como se decía anteriormente, es la base de la educación.

Sinceramente es hora de sentar cabeza y vernos en el futuro, que es lo qué de verdad queremos, un país abrumado de un desorden mental, de calles más sucias que las actuales, la violencia compitiendo con la inflación a ver quien tiene más seguidores; o uno donde prive el respeto, el orden, la colaboración, se cumplan leyes, ordenanzas, decretos, en donde cada quien pueda caminar tranquilo por la acera sin temor a que el motorizado le pase por el lado o lo atropelle, que el fiscal antes mencionado esté pendiente del semáforo, de quién debe cruzar y quién no, de llamar la atención o aplicar la multa correspondiente.

En fin, saber vivir dentro de los valores para poder convivir con nuestros prójimos.

Situaciones que dan aliento

Tarde mucho en escribir de nuevo porque aunque el país sigue afrontando grandes situaciones, no sabía en que basarme, o mejor dicho no tenía una idea concreta de que hablar, pero por cosas del destino me ocurrió este año algo maravilloso y excelente, algo por lo que luche, llore y hasta creí que no lograría, quizás para muchos los estudios son algo más en la vida o no merecen la importancia que muchos les damos. Para poder hacer mas comprensible la moraleja que quiero dejar, redactaré o mejor dicho, haré el intento de resumir lo más que pueda lo que me ha venido pasando desde hace tres años hasta el presente.
En el año 2007, estando yo en 5to año de Ciencias y como mucho de los alumnos de los liceos venezolanos, me preocupé y decidí revisar las carreras que se ofertan en las universidades del país, cabe destacar que solo me fijaba en las públicas, debido a que mi familia no me puede costear una privada, y sinceramente éstas no me agradan mucho, pero bueno eso a criterio personal, a final de cuentas tome la decisión. Me incliné por dos carreras, Ciencias Políticas o Estudios Internacionales, ambas en la UCV. Recuerdo que me inscribí para presentar en las siguientes facultades de la UCV: Humanidades y Educación, Ciencias Políticas y Jurídicas, Ciencias Económicas y Sociales e Ingeniería.
Pasaron varios meses y como dicen por ahí “la espera desespera” y eso me tenía mal. Por fin comenzaron, poco a poco, a publicar resultados y no quedé en ninguna, de hecho recuerdo algunos puestos en Ciencias Económicas quede de 890, y en Ingeniería de ocho mil y tanto, se podrán imaginar mi tristeza, fui buen alumno en el liceo y creí que podía con esas pruebas, pero la realidad era otra. En ese entonces no me quite la idea de la cabeza y decidí esperar al otro año para ver que pasaba, me dije a mí mismo “con un poco más de preparación y empeño lo logro”.
Llega el año 2008 y vengo decidido a entrar a la UCV, a estudiar lo que me gustaba, creí prepararme en todos los sentidos, pero algo por cosas del destino falló. Esta vez presente en 3 facultades: Humanidades, Ciencias Políticas y Ciencias Económicas, recuerdo solo la posición de Ciencias Económicas que fue de 450, me sentí peor que el año anterior, hasta decepcionado de mi mismo puedo decirlo, lo único que ayudó a levantarme el ánimo eran esos 400 puestos de diferencia con respecto al año anterior, me di cuenta que si lo podía lograr, pero sin embargo no era suficiente aún para calmarme. Ese año el gobierno nacional cambio el modelo de admisión nacional, paso de ser de una prueba de admisión, un sistema automatizado de notas. Este momento fue importante en mi vida, llegue a quedar admitido para estudiar Ingeniería de Sistemas en la UNEXPO, comenzaría en marzo del 2009 y bueno fue lo que me alivio todo lo que venía sucediendo.
El día de la inscripción en la UNEXPO me enteré que aún no me tocaba debido al semestre para el que había sido seleccionado, pero una vez más por cosas del destino una secretaria me hizo pasar a una oficina y me dieron el cupo para el semestre que comenzaría dos semanas después, la emoción invadió mis sentidos, llegué a mi casa sin palabras y con ganas de comenzar una carrera, de adentrarme en la vida universitaria. Comenzaron las clases, admito que no me fue muy bien en el primer semestre y me propuse que si en el segundo no mejoraba es porque esa carrera no era para mi y me retiraría, y dicho y hecho, no mejoré mucho que digamos, así que como dije anteriormente decidí retirarme y proponerme el presentar de nuevo este año en la UCV.
Quizás fue una locura en el momento, porque no quise congelar el semestre (aunque lo tenía pensado), pero estaba tan seguro que quedaría que no tenía vuelta atrás. Me comencé a preparar para las pruebas, porque cabe acotar que no iba a presentar solo en una, presentaría de igual forma en 3 facultades, de hecho las mismas en las que presente la última vez.
Luego de todo el proceso protocolar para inscribirse, venía la fase de esperar los días para inscribirse, como muchos esperé la primera fecha, donde presentaría en la Facultad de Humanidades, luego vendría la prueba de Ciencias Económicas (la que más esperaba), y por último la de Ciencias Políticas, en esta última haré un paréntesis, porque es cómico, para esta prueba ya yo estaba fastidiado de tanto leer, dígame la hora a la que me toco presentar, el fastidio que me pego, el sueño, el hambre, de hecho salí tranquilo de la prueba pero algo inseguro, esta es una de las facultades más difíciles de quedar debido a que solo dan dos carreras (Derecho y Ciencias Políticas), y obviamente con la demanda que tiene lo veía como un imposible, pero me dije a mi mismo “ tiempo al tiempo”.
Ansioso a la espera de los primeros resultados y con toda la fe y seguridad de había quedado, llego el día de revisar la página web y verificar que había pasado en realidad, y como ya lo dije la seguridad estaba y así fue, había sido admitido luego de 3 años en la facultad de humanidades, señores la emoción de haber visto eso era incontrolable, me decía “no es la carrera que en realidad quieres, pero lograste el cupo en la UCV…”.
Pasado esto venían los resultados más anhelados por mi, los de Ciencias Económicas, y como dice el dicho “lo bueno se hace esperar” mayor sorpresa me llevé cuando me vi en la lista de admitidos de la facultad, que emoción es lograr una meta, en esta ocasión me dije “lograste lo primero de muchas de las cosas que quieres, ya sabes que puedes ir por más…”; y bueno el pasado 6 de julio publicaron los resultados de Ciencias Políticas, y sinceramente yo estaba tranquilo de hecho como dije anteriormente, casi que ni pendiente porque es una facultad difícil, pero una vez más el destino y mi buen desempeño me supo premiar otra admisión, como dicen en el béisbol “de 3-3”.
Así termina de manera resumida esta anécdota, que buscaré llevarla a muchos hogares, porque me he dado cuenta que hay un déficit de entusiasmo en las casas venezolana, en las escuelas, liceos y hasta en la calle.
Con propiedad digo, muchachos y muchachas, no hay porque caer ante las situaciones difíciles de la vida, recordemos que Dios aprieta pero no ahorca, todo nos pasa por algo y en el momento debido seremos muy bien premiados. Esto me demostró que si puedo lograr las metas de mi vida, por más muros que me pongan, por más piedras en el camino no hay que rendirse porque nada se ganará.
Hay que aprender a medir prioridades, hay que saber que es primordial en nuestra vida y que no, obviamente el aprendizaje es quién nos da eso, pero muchas veces pasamos por situaciones las cuales superamos más no aprendemos, ahí tenemos que saber diferenciar, todos podemos lograr lo que queremos, pero eso si a su debido tiempo, otro refrán que hay que recordar en este caso es que del apuro solo queda el cansancio.
Para concluir debo decirles que me siento orgulloso de las personas que día a día me apoyan, primero a Dios le debo todo, segundo a mi mamá y a mi hermana sin sus regaños, consejos, palabras, y hasta risas no tendría fuerzas para seguir en cada propuesta de mi vida, al resto de mi familia que se que me apoyan y se sienten orgullosos de logros como estos, y por último a las amistades que en realidad son amistades, aquellas que han contribuido así sea con una frase o una palabra. Sin más nada que acotar y esperando que esta extendida experiencia actúe de buena forma en la conciencia de cada persona que la lea.

¡Muchas Gracias!